Elena estaba colada por un chico de su universidad desde el comienzo de su curso. No podía disimularlo, incluso sus compañeras bromeaban con ello. Sin embargo no se atrevía a dar ningún paso, además de que su timidez la bloqueaba y la hacía parecer idiota cuando trataba de hablar con él, Arturo, que así se llamaba el chico, tenía novia.
El chico que ya sabía lo de Elena y la mantenía "en reserva" por si algún día rompía con la novia. La pobre Elena notaba como él coqueteaba con ella y le daba esperanzas sin llegar a concretar nada provocándole un estado de embelesamiento que le impedía mirar a otros compañeros locos de amor por ella. Y es que Elena era una de las chicas más guapas del campus y además sabía sacarse partido como nadie, usaba ropa muy ajustada y un impecable maquillaje con el que acudía a clase incluso los días más calurosos.
Un día Arturo y su novia cortaron, al parecer por un tema de celos. Elena pensó que estos rumores eran infundados ya que él nunca le habría sido infiel a su insoportable novia. Elena sin quererlo dibujó una sonrisa en su cara al enterarse ya que la noticia corrió como la pólvora.
Pero lo que más le sorprendió fue que casi al finalizar las clases fue el propio chico quien se acercó a hablar con ella invitándola a una fiesta-barbacoa en la casa de campo que tenían sus padres en la sierra. Elena casi se desvanece de la emoción y por supuesto aceptó la oferta.
Elena no paraba de darle vueltas al asunto y trataba de planificar cómo podría acercarse a su amado sin resultar demasiado evidente o parecer fácil. Tenía sólo tres días para estar lo más guapa posible, llegando, incluso, a hacerse un calendario de tareas abarcando desde una manicura como hacerse un exfoliante.
Los días precios no había otra cosa en la mente que la fiesta y dedicó dos tardes en busca del bikini y la ropa perfecta para ese día. Incluso fue a varias ópticas para buscar unas lentillas de colores que pudieran resaltar sus ojos pero sin resultar falsas. Pero su presupuesto estaba prácticamente agotado y las lentillas que le gustaban no podía permitírselas.
Angustiada porque quería que todo fuera perfecto recurrió a internet encontrando a los pocos minutos una importadora china que parecía tener el más amplio surtido de lentillas de colores y baratas. Salió corriendo para llegar antes de que cerraran el negocio y echaran el cierre. La caja y la calidad de las lentillas dejaban mucho por desear, pero Elena sabía que no podía aspirar a mucho más.
Llegado el día de la barbacoa el aspecto de Elena era simplemente espectacular incluso sorprendió a Arturo mirándola con cara de idiota un par de ocasiones. TComenzó la barbacoa y entre el humo inicial y el calor que hacía al mediodía, todos los jóvenes estaban empapados en sudor y decidieron darse un chapuzón. Elena no estaba dispuesta a mojarse, su bikini era más bien una prenda para lucirla. Había invertido demasiado dinero en la peluquería y maquillaje como para estropear su inmaculado aspecto.
Sin embargo ese era el momento perfecto para acercarse a Arturo.
-Hola, Arturo. Gracias por la invitación, la fiesta está genial.
-Guau Elena, estás tan guapa que cuando entraste por la puerta casi no te reconozco.
Ella sonrió y entre los dos comenzó una conversación en la que cada vez estaban más cerca. Cuando llevaban más de 15 minutos hablando, el calor del fuego se hizo muy insoportable y junto a esto ocurrió algo inesperado. Arturo se acercaba para besara Elena pero su ex novia apareció dando gritos:
-¡Lo sabía! Estabas esperando a que me diera la vuelta para acostare con cualquiera.¡Eres igual que todos!
Arturo se quedó paralizado por un momento pero caminó hacia ella para hablar. Elena se quedó clavada en el sitio sin poder retirar la mirada de su enamorada. Hacía mucho calor y le escocíam mucho los ojos. De repente Arturo besó a su ex novia. Todo esfuerzo no sirvió para nada, sin poder contenerse, comenzó a llorar sintiendo un dolor tan fuerte que se tuvo que llevar las manos a la cara. Sus lágrimas eran ácido, le quemaban los ojos y comenzó a gritar.
Sus compañeros no sabían como reaccionar y la rodearon para ayudarla pero ella no paraba de gritar de dolor. Al parecer las lentillas de mala calidad se habían derretido por el calor intenso y sus lágrimas al entrar en contacto con el plástico, poco menos se convirtieron en vapor y acabaron de ablandarlas. Elena sufruó la desgracia de perder la visión en ambos ojos ya que despegarle el plástico derretido fue imposible.
NOTA: Esta es una dramatización de una leyenda urbana que circuló recientemente en internet. En la versión original se habla de que una chica perdió la vista tras mirar prolongadamente las ascua de una barbacoa que acabaron derritiendo sus lentillas. En realidad, aunque es posible que las lentes de contacto se derritan al exponerse a temperaturas muy elevadas es realmente improbable que esto ocurra porque normalmente el dolor que causaría en los ojos obligaría a la persona a apartarse con ella como sin ellas.
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